viernes, 3 de marzo de 2017

LO LO LOGAN

Ayer (si entendemos hoy como el día en el que estoy escribiendo esta entrada) fui a ver Logan (Jamens Mangold, 2017), la última película de Lobezno. Y como, por esa misma razón, ayer fue un día bueno y hoy en concreto, ha sido un día malo (sé que no escribo sobre nada que no me guste, pero un día no es un ente sobre lo que puedas volcar frustraciones personales, salvo que seas uno de esos tíos a los que les da la pataleta con el Día Internacional de la Mujer), pues he decidido escribir sobre lo de ayer, o sea sobre Logan, que me gustó aunque no sale Nicolas Cage.

Si una cosa me deja clara la cinta es que la franquicia X-Men mejora cuando se aleja de la fórmula superheróica, como ya parecían constatar Primera generación  (X-Men: First Class, Matthew Vaughn, 2011) y Deadpool (Tim Miller, 2016). Aquí tenemos una de vaqueros pochos* que no oculta para nada sus fuentes en ese sentido, citando literalmente a Raíces profundas (Shane, George Stevens, 1953).

También me vinieron a la cabeza ciertos nexos con la saga Mad Max e incluso con una de las ficciones más populares ahora mismo, como es Stranger Things. No sé, a lo mejor es todo un poco cosa mía y lo comparo con lo que conozco, como cuando pruebo comidas exóticas.

Pero lo más importante es que Lobezno por fin tiene una película que da lo que se espera: mutilaciones y sangre a raudales. Está es la película definitiva del viejo canadiense, si bien reconozco que a mí personalmente Orígenes (X-Men Origins: Wolverine, Gavin Hood, 2009) me gustó. Sin ironías.

Así que los fans del mutante pueden estar contentos, y los no tan fans pueden disfrutar de una película de acción y ciencia-ficción con bastante garra**, que incluso se atreve a dar alguna pincelada de crítica social. 

Mira, el día de hoy ya no me parece tan malo. ¡Ah!, y también me gusta La decisión final (X-Men 3: The Last Stand, Brett Ratner), casi más que las dos anteriores.



*Voy a intentar no utilizar el término western crepuscular nunca jamás, y este es el mejor sustituto que he encontrado.

miércoles, 1 de febrero de 2017

MIS COSAS DE SPIDER-MAN

Hace años que colecciono, o más bien acumulo, todo tipo de parafernalia* relacionada con nuestro vecino y amigo Spider-Man. En su mayor medida, se debe a que siempre he sido un gran admirador, siendo para mí un gran personaje de historieta y el mejor superhéroe de todos**.

Pero lo cierto es que existe otra razón menos evidente y más irracional que, por las razones que sean, he decido escribir. Mi blog, mis batallitas.

No sabría situar el año exactamente en que ocurrió, pero yo andaría terminando la ESO o quizá empezando bachillerato, así que al menos quince años separan esta historia del momento en el que la estoy escribiendo. Por aquel entonces, el tema de la explotación de licencias comerciales de productos de superhéroes era una cosa más limitada. Al menos, así lo recuerdo yo, pero creo que tiene sentido, ya que fue a partir de que Disney comprase Marvel entre 2009 y 2010, cuando los personajes de La Casa de las Ideas pasaron a imprimirse y venderse en todo tipo de soportes. 

Dejando a un lado los tejemanejes de las grandes compañías, lo que vengo a decir es que por aquel entonces encontrar parafernalia relacionada con superhéroes era algo complicado fuera de tiendas especializadas, y lo que había rondaba unos precios que un adolescente no podía permitirse con facilidad.

Por ello, encontrar un bolígrafo de Spider-Man en la papelería era todo un hallazgo y por unos pocos euros pude comprarme un flamante instrumento de escritura. Era color granate, llevaba a Spider-Man sobreimpreso, y la capucha tenía una cuerdecita para poder llevarlo a modo de colgante. Así que muy contento me puse aquel bolígrafo al cuello. Lo llevaba a todas horas, por encima o por debajo de la camiseta, casi a modo de crucifijo, que para eso Spider-Man siempre ha sido algo sagrado.

Con el paso del tiempo y el uso, la capucha del bolígrafo se fue aflojando, y cada vez encajaba peor. 

Un día, de camino al instituto, andaba un poco despistado y fui a cruzar por un semáforo en rojo. Pero antes de cruzar, noté como el bolígrafo de Spider-Man se desenganchaba de su capucha y se escurría bajo mi camiseta hasta rodar por el asfalto. Esta sensación me hizo parar en seco y esperar a que el boli terminase de caer y poder recogerlo. Entonces, una furgoneta cruzó a toda velocidad y aplastó al pobre cilindro de plástico y tinta. Una furgoneta que yo no había visto y que de no haber detenido mi avance muy probablemente me hubiese arrollado.

En ese instante lo vi claro: el bolígrafo se había sacrificado por mí. Spider-Man había sido un héroe incluso en su encarnación como material de papelería. Está claro que esto no es lo que sucedió, pero en ese preciso instante sentí una pequeña revelación. 

Desde aquel momento acumulo toda la parafernalia del hombre araña que puedo, porque en el fondo sigo pensando que aquel día me salvó la vida. Y soy consciente de que correlación no implica causalidad, pero  lo cierto es que a pesar de mi preocupante torpeza, sigo vivo. También sé que todos mis artículos de Spider-Man no son capaces de mantenerme a salvo por sí mismos, pero tampoco se puede negar que, en general, mola mucho tener cosas de Spider-Man.

Viñeta de Spider-Man's Greatest Bible Stories! de Wm. Stephen Humphrey, Sean Tejaratchi y Jack Pollack
                                                                                                                                      

*Parafernalia por merchandising. No lo dice la Fundéu ni nada, pero me gusta la palabra y creo que puede servir como equivalente.

**El eterno debate friki sobre qué superhéroe es el mejor es otro tema, del que quizá hable algún día o quizá no.


lunes, 23 de enero de 2017

MENOS CINE, MÁS CINE

A nadie asombra ya que cuando el último taquillazo hollywoodiense da el salto al mercado doméstico, bien vía DVD, Blu-ray o a plataformas de vídeo bajo demanda, este venga siempre con metraje adicional o con la opción de ver la «versión extendida».

No tengo nada que objetar a esta práctica, ya que suele ser interesante ver qué es lo que ha quedado fuera del corte final que se ha proyectado en salas. Sin embargo, me llama la atención la popularidad de las versiones extendidas, cuando ya de por sí estas superproducciones han ido alargando paulatinamente su duración. En el capítulo de Los Simpson La boda de Lisa, Marge proclamaba: «¿Sabes?, la FOX se ha convertido en un canal de sexo duro tan gradualmente que no me había dado cuenta» Pues me parece que algo similar ha ocurrido con el metraje de las grandes producciones cinematográficas.

Tengo la sensación de que hace algún tiempo la duración media de la superproducción veraniega/navideña de turno era de unos 90 minutos, oscilando hacia las dos horas la de aquellos títulos un poco más largos. Y creo que una película con vocación de reventar la taquilla rara vez se permitía el lujo de ir mucho más allá (dejo fuera el cine independiente o con vocación menos comercial, recalcando muy fuerte que no considero uno mejor que otro).

Pero creo que desde principios de los dosmiles o finales de los noventa, la duración de estos taquillazos ha ido creciendo de forma progresiva, hasta que a día de hoy resulta complicado encontrar cine «palomitero» que baje de las dos horas de metraje. Desde mi punto de vista, el principal punto de inflexión vino con la llegada de El señor de los anillos, trilogía con la que Peter Jackson catapultó el blockbuster a las tres horas de duración, dejando incluso material para las versiones extendidas (creo que también pudo ser el precursor de esta práctica, anteriormente yo solo conocía lo de la «versión del director» Por ello, creo que todo lo que ha venido después de la saga tolkieniana se antoja más ligero, pese a superar los 120 minutos.

El cine comercial ha hipertrofiado los efectos digitales y la duración, estando yo mucho más a favor de lo primero que de lo segundo. 

Por ello, creo que ha llegado la hora de reivindicar una nueva figura a la hora de lanzar las películas al mercado doméstico. Se trata de lo que he querido bautizar como «versión distendida». Si en las versiones extendidas se añade metraje retirado del montaje final para salas de cine, la versión distendida vendría a ser un tercer montaje que ronde los 90 minutos y que elimine toda la paja que no aporte nada ni haga avanzar la película. El límite quedaría fijado en 90 minutos, porque intuyo que muchas películas de dos horas y media, al retirar todo lo insustancial, probablemente no llegasen a la duración de un mediometraje. 

Productoras y distribuidoras, déjennos disfrutar de la acción y los diálogos más chulos. Ya basta de profundizar excesivamente en los personajes, Ya basta de largas panorámicas deleitándose en el paisaje. Ya basta de conversaciones pseudofilosóficas. Quiero las explosiones. Quiero las frases lapidarias. Quiero las persecuciones en las que se destruye la ciudad. Por supuesto, quiero la/s ciudad/es destruyéndose. 

Quiero que la película no me aburra y me haga saltar de la butaca. Quiero YA la versión distendida.


sábado, 16 de julio de 2016

LA PRIMERA VEZ QUE TE HABLARON DE POKÉMON GO

Pokémon GO ya ha llegado a España y está causando furor (bueno, de hecho ya lo causó antes de llegar de forma oficial).

Como aún no he jugado lo suficiente ni soy experto ni nada, no voy a hacer un análisis de todo lo que hay detrás del juego ni sus consecuencias.

No, lo que voy a hacer es algo que me gusta más y (creo) se me da mejor: exponer teorías.

¿Recuerdas la canción de la primera temporada de la serie animada de Pokémon? Yo sí, grabada a fuego en mi somnolienta mente (por el madrugón) de preadolescente de principios del nuevo siglo. 

Bien, pues esa canción YA hablaba entonces de Pokémon GO, y no de la serie en sí misma. Si no me crees, sigue leyendo:
Llegaré a ser el mejor, el mejor que habrá jamás;
De eso trata el juego ¿no?. Además, no hay artículo sobre Pokémon GO en el que no se parafrasee este arranque.
mi causa es ser entrenador, tras mi gran prueba real.
Una causa es algo por lo que te implicas, y todo el que juega se está implicando a tope con Pokémon GO, hasta niveles que parecen absurdos y peligrosos antes los ojos de los no iniciados. Y por supuesto,  esta es la GRAN prueba real: ya no es la pantalla de tu consola portátil, es el mundo.
Viajaré a cualquier lugar, llegaré a cualquier rincón;
Todo el mundo está moviéndose para encontrar Pokémons, incluyendo gente de vida sedentaria, llegando literalmente a cualquier rincón. Incluso a rincones con cadáveres.
al fin podré desentrañar el poder que hay en Pokémon.
El poder ha sido desentrañado. Pokémon GO está conquistando el puto mundo, y los entrenadores Pokémon lo heredarán.
¡Es Pokémon! ¡Hazte con todos!
Sí, es Pokémon, y tiene un eslogan. Just do It.
Es mi destino, mi misión
Llegó el fin del término ni-ni; por vacía que este tu vida, ahora puede tener sentido.
¡Es Pokémon!
Que sí, que es Pokémon.
Tú eres mi amigo fiel, nos debemos defender.
Porque salir a la calle solo a cazar monstruos de bolsillo puede ser peligroso a ciertas horas y/o en ciertos sitios, es recomendable ir con algún colega. O aún mejor, ir en pandilla. Y armados.
¡Es Pokémon! ¡Hazte con todos!¡Síiii!
Si te fijas, se habla de Pokémon como concepto en sí. No como un género de criaturas, no. Pokémon, una entidad en sí misma.
Seremos mejor al fin;
Porque si Pokémon GO no mejora tu vida, es que lo tuyo no tiene remedio. 
te enseño yo, y tú a mí, 
Esto es una clara referencia a la geolocalización. Yo (jugador) te enseño donde estoy en cada momento, tú (el juego) me enseñas donde hostias conseguir un Jigglypuff.

¡Poookéeemon! ¡Hazte con todos! ¡Hazte con todos! ¡Pokémon!

Esto es lo que debes gritar todo el rato mientras juegas a Pokémon GO. Si no lo gritas, estás jugando mal. En serio.

Y hasta aquí mi teoría, me voy a dar una vuelta por la hierba alta.




sábado, 29 de agosto de 2015

LOS POSTERGADOS III: EL GRAN HALCÓN

Hay una regla no escrita que ha de cumplirse (o no, para eso no está escrita) cada vez que vuelvo al blog: defender el cine más vapuleado.

En esta ocasión toca El gran halcón (Huson Hawk, Michael Lehmann, 1991) una de las películas más maltratadas de su tiempo, llegando a estar nominada a peor película de la década en los Golden Raspberry Awards (más conocidos como Razzies), premios envueltos siempre por cierto tufillo reaccionario.

Una fama del todo inmerecida, ya que estamos ante una entretenidísima comedia, con un humor tan particular como irrepetible. 

Sin más dilación, las 5 razones por las que El gran halcón mola:

1-Slapstick
La película bebe tanto de los clásicos de este tipo de comedia física como de los Looney Tunes y dibujos animados similares: secuencias locas, exageradas, imposibles y tremendamente divertidas.
2-Bruce Willis
Valor seguro en cualquier obra audiovisual. Incluso en sus peores trabajos, su sola presencia ya proporciona un aire cool difícil de obviar. Porque Bruce Willis sabe molar, y mola.

3-Leonardo da Vinci
Más allá de la fiebre danbrowniana, el genio renanancestista de Florencia es un personaje tan envuelto en leyenda que siempre genera interés en todo aquello con lo que se asocia su nombre. Además de permitirnos ver en uso algunos inventos del polímata barbudo, el filme ofrece una singular visión sobre la enigmática sonrisa de La Gioconda

4-Católicos
No es que quienes profesan esta religión sean algo guay per se, pero el retrato que la película hace de ciertos elementos de la iconografía católica son de lo más desopilante: crucifijos intercomunicadores, el Papa sacudiendo al televisor con su báculo para que vuelva la señal y una Andy McDowell que, si bien no es una de mis damiselas ajadas predilectas, hacer de monja con propensión al pecado la dota de un atractivo añadido.

5-Explosiones
Mi argumento personal por antonomasia. Explotan cosas, casas y cabezas (literalmente), por lo que no veo necesario añadir nada más.




domingo, 23 de agosto de 2015

TEST SUBJECT: MOCOS PIXELADOS.

Hace tanto tiempo que no escribo en este blog, que me parece apropiado que el regreso sirva para haceros perder el vuestro. Aprovecho un texto que tenía escrito para ya no me acuerdo qué (viva el reciclaje),sobre la saga de minijuegos Test Subject, del genial universo Nitrome (ya he hablado de ellos alguna vez por aquí).

Básicamente, se trata de hacer avanzar a una especie de moco de laboratorio a través de una serie niveles, a mitad de camino entre el puzle y las plataformas.

Primera entrega: Test Subject Blue; en la que llevas un moco azul:
Segunda entrega: Test Subject Green; donde tomas el mando de uno de los mocos verdes que tanto te jodieron cuando eras azul:
Tercera entrega: Test Subject Arena; para dos jugadores, azul contra verde, mano a mano:
Cuarta y (¿)última(¿) entrega: Test Subject Complete; la conclusión de la saga.

Pequeños juegos que se hacen grandes, sencillos y bastante adictivos, lo que viene siendo marca de la casa en Nitrome.


jueves, 23 de enero de 2014

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO

Cuánto tiempo sin escribir. Desde el año pasado, literalmente. Es cierto que ha habido períodos de tiempo mucho más extensos sin actividad en este blog, pero siempre es una situación poco deseable. No pasa nada, que esta pequeña declaración de intenciones sirva para estrenar el nuevo año en este cuaderno de obsesiones. El 2014 ya está bien entrado, y el futuro depara nuevos proyectos. Planes cuyo fin último, tras mucha reflexión, no se me antoja otro que poder desayunar tranquilo. Aunque bien es cierto que la expresión más correcta para esos planes es otra. Mi objetivo en 2014 ya está fijado, de forma nítida y clara. Lo que quiero en 2014 es PETARLO. Eso incluye, entre otras cosas, el subpropósito de convertirme en un gran experto en Nicolas Cage, al menos a nivel nacional; de esos a los que llaman a conferencias, y todo. Planes, ya en marcha, que quizá conlleven una atención menos constante de lo apropiada a este blog. Tampoco es que tenga una horda de lectores a los que vaya a decepcionar. Pero, si todo sale bien, quién sabe si quizá llegue a tenerla. Veremos.



PD: Por cierto, el otro día pude ver, al fin, Only God Forgives (Nicolas Winding Refn, 2013), y me gustó mucho. La percibí como el punto geométricamente intermedio (que no la mezcla) entre dos de mis películas favoritas; Ichi the Killer y Teniente Corrupto (La de Herzog/Cage, no la de Ferrara/Keitel); y por otro lado con bastante parecido en tono y trama a otro de mis fetiches cinematográficos; Simphaty For Mr. Vengeance. Y además, para cerrar, una pequeña idea que se me pasó por la cabeza: Ryan Gosling podría ser el actor adecuado para interpretar a un joven Nicolas Cage en un hipotético biopic. Ahí lo dejo.

Lo dicho.